“El sistema tributario debe ser más justo”

Hugo Yasky, de la CTA de los trabajadores

Por Tali Goldman


No comparte la idea de eliminar el impuesto a los salarios altos, y considera que deben pagar más quienes más tienen. Dice que no hay crisis en el movimiento sindical y caracteriza que el lenguaje confrontativo de Hugo Moyano interpreta las necesidades de las clases altas.

Hugo Yasky llega tranquilo, relajado, pese a que hace algunas horas aterrizó desde Río Negro luego de participar de un encuentro de educación. Su temple es admirable, sobre todo porque en las últimas semanas –y quizás en los últimos meses– pasó de todo en materia sindical. El secretario general de la CTA de los Trabajadores recibió a Veintitrés apenas dos días después de que los llamados Metrodelegados levantaran el paro de subtes que duró diez días, y a tan sólo una semana de haberse reunido con la presidenta Cristina Fernández. En el medio, Pablo Micheli, su rival de la otra facción de la CTA, se juntó con Hugo Moyano, Eduardo Buzzi y el Momo Venegas en Rosario, en el marco del festejo del centenario de la Federación Agraria, y dejó en claro cuáles son los lineamientos políticos de cara al futuro. “Esa foto habla más que mil palabras. Micheli, como pata sindical de la derecha, es la traición a la historia de la CTA y de ahí no se vuelve”, disparó Yasky.


–Hace pocos días se reunieron con la Presidenta. ¿Qué se habló en el encuentro?


–Sí. Fue planificado hace varios meses con el objetivo de hacer un abordaje desde una perspectiva política y planteando aquellos temas que son fundamentales para los trabajadores en esta etapa. Se acordó no tocar ningún tema en particular que tuviera que ver con una demanda o conflicto sectorial. Pusimos sobre la mesa la necesidad de avanzar con algunas iniciativas legislativas que nos parecen imprescindibles, como por ejemplo la evidente desactualización del mínimo no imponible. No compartimos la idea de que el impuesto a los salarios debe ser eliminado.

–Entonces tienen una diferencia básica con el otro sector de la CTA y la CGT de Moyano…

–Claro. Creemos que las empresas asumen los aumentos de ganancias como parte de los costos, y en muchos casos los trasladan a los precios. Nosotros proponemos quebrar ese círculo vicioso y que una de las herramientas sea tener un impuesto sobre las personas físicas, pero que no sea concebido como un impuesto sobre los salarios, sino como impuesto a los altos ingresos. Si se consolida este cambio legislativo, podríamos profundizar la presión sobre la cúspide de la pirámide de los ingresos y liberar la presión sobre la base.

–¿El actual sistema tributario es injusto?

–Sí y es una gran asignatura pendiente. El sistema tributario tiene que convertirse en un sistema mucho más justo en el que paguen más los que más tienen. Tiene que ser una de las batallas políticas futuras.

–Otro de los temas que plantearon es avanzar con un cambio legislativo sobre la tercerización laboral.

–Creemos que debe haber un marco que regule la tercerización para que esto no implique ni flexibilización ni precarización. Debe haber una igualación salarial y un marco que la regule.

–Si uno mirara retrospectivamente los reclamos de los sindicatos al Ejecutivo, podríamos hablar de un claro avance en materia laboral. En ese sentido, ¿cree que a Moyano se le fue la mano con la confrontación?

–Es desproporcionado el voltaje de confrontación contra un gobierno que ha levantado las banderas históricas de la clase trabajadora. Un gobierno que si bien ha perdido apoyo entre los sectores de las clases pudientes, sigue teniendo un fuerte apoyo de los trabajadores y de la clase media baja. El lenguaje confrontativo de Moyano interpreta el humor social y las necesidades de las clases altas, representadas en la Sociedad Rural y en los sectores empresarios. Moyano no está acorde con los intereses de la clase trabajadora, que mas allá de las cosas que faltan estamos ante un gobierno que pone énfasis en defender los puestos de trabajo.

–La columna vertebral del Gobierno siempre fueron los trabajadores, y el lema que se eligió fue “unidos y organizados”. ¿Cómo se llegó al punto de estar “desunidos y desorganizados” desde las estructuras sindicales?

–Hay una crisis a nivel de la cúspide y un agotamiento de las dirigencias. No estamos frente a una crisis del movimiento sindical. En las bases del movimiento no hay fracturas y, de hecho, la crisis que hay por arriba no existe por abajo. Lo que está faltando es una oxigenación en las conducciones y en la democracia interna de las organizaciones sindicales. Dirigentes fuertes no son sinónimos de movimiento sindical fuerte. Un dirigente sindical es fuerte cuando está legitimado socialmente, cuando está en condiciones de plantear con autonomía las demandas de los trabajadores y cuando asume también compromisos políticos con el momento que se vive en la disputa de las clases sociales. La autonomía no es sinónimo de neutralidad.

–¿Cree que la pelea de Moyano con el Gobierno favorece el histórico reclamo de la CTA para obtener la personería jurídica?

–Creo que la fractura en tres sectores de la CGT termina de demostrar casi por el absurdo que los que se aferraban a la vieja ley para decir que eso sostenía la unidad monolítica del movimiento obrero estaban equivocados. Todos los que clamaban eso hoy se tienen que hacer cargo de que con la ley que ellos defendían fracturaron en tres a la central de los trabajadores. Esto nos favorece, porque cualquiera que tenga un mínimo de discernimiento se da cuenta de que la unidad del movimiento sindical no depende de una ley. Hay que garantizar la libertad sindical para que sean los propios trabajadores los que definan cuál es el camino.

–¿Esa demanda se la hicieron llegar a la Presidenta cuando se reunieron?

–Sí. De hecho, vamos a proponer una ley que estipule un código nacional electoral para las asociaciones sindicales. Hoy no existe en la Argentina un marco regulatorio, depende de los estatutos de cada organización, de las decisiones de cada junta electoral. Creo que a futuro en la Argentina va a haber dos grandes centrales. Una que es esta, la CTA que está profundamente comprometida con el proceso de transformación política, que tiene los ojos puestos en lo que viene del siglo XXI donde el mundo y la región cambian, y otra es la central que se va a quedar en el modelo del siglo XX.

–Parte de ese modelo del que usted habla del siglo XX incluye a una burocracia sindical. El juicio que pone en el banquillo a José Pedraza, ¿sienta un precedente para la transformación?

–Sí, absolutamente y se lo dijimos en la reunión a la Presidenta. Es un punto de inflexión, un hecho histórico que un jerarca sindical de la misma cúspide del movimiento tenga que comparecer ante la Justicia por el asesinato de un activista sindical. Históricamente en nuestro país los asesinatos a los activistas que tuvieron a jerarcas implicados siempre quedaron impunes. Entonces creemos que es muy importante porque no hay complicidad entre la Justicia y el poder político. Marca un contraste enorme con lo que fue el último asesinato de un sindicalista, el caso del docente Fuentealba. Ahí el único condenado fue el que realizó el disparo, mientras el autor intelectual, Jorge Sobisch, fue apañado por el poder político y por la Justicia para que hubiera impunidad. Con el juicio a Pedraza va a haber un cambio para adentro de la lógica de muchos jerarcas sindicales que van a pensar dos veces antes de habilitar el uso de la violencia.

–En el encuentro con la Presidenta estuvo presente Roberto Pianelli, referente de los Metrodelegados, en medio del conflicto con el Subte, lo que le dio a Macri el argumento para vincular al sindicato con el kirchnerismo. ¿Qué lectura hace del conflicto?

–No había razón para excluirlo a Pianelli del encuentro porque es el referente de la CTA Capital. Es más, haberlo excluido hubiese motivado a que las usinas mediáticas de la derecha inventaran otras historias. Este es un conflicto que se originó por una actitud absolutamente irresponsable de Mauricio Macri, quien empujó al sindicato a tener que desarrollar una lucha que lo desgastó frente a la comunidad. Generó una lucha de pobres contra pobres. Si el subte fuera desde Tierra del Fuego hasta Jujuy, yo sería el primero en pedir que el gobierno nacional se haga cargo. Pero en una ciudad en donde el ingreso per cápita es igual que el de algunos países europeos como Bélgica y donde se firmó un acta acuerdo en el que se aceptaba el traspaso del subte, la situación a la que se llegó es absolutamente ridícula.

–Cambiando de tema, en la última semana se conocieron nuevas cifras del Indec en las que, entre otras cosas, se sostiene que una persona puede comer con seis pesos por día. ¿Esto es así?

–Lo del Indec es como un cadáver que el Gobierno arrastra hace rato y de vez en cuando saca mal olor. Cada vez que aparece una cifra hay mal olor, nadie le cree. Pensar que se puede comer por 6 pesos por día ni siquiera merece una discusión seria. Nosotros tenemos a través de CIFRA, que es el Centro de Investigación y Formación de la Republica Argentina, desde hace años, la construcción de una estadística que toma distintas variables y que nos da otros números muy distintos a los del Indec. Pero yo sé que se está trabajando en la reelaboración de las estadísticas y metodologías que utiliza el Indec. Esa será la oportunidad de saldar y ponerle fin a una historia que significa un costo político innecesario para el Gobierno.

–Mucho se habla de candidaturas de cara al 2013. ¿Usted tiene aspiraciones de ocupar un espacio en alguna lista?

–No. Yo sólo tengo aspiraciones de encabezar la lista de la CTA no bien tengamos la posibilidad de resolver el trámite en la Corte Suprema. Lo único que quiero es poder dirigir una CTA con mandato pleno y no prorrogado como está ahora.


Fuente: Veintitres

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