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| TODOS LOS CHICOS QUE ASISTEN A LA ESCUELA DEL PARAJE LA TOMA JUNTO AL DIRECTOR NESTOR. |
El clima, la vegetación y la diversidad de grupos humanos hacen que esta zona sea la más inhóspita de nuestra provincia.La incomunicación y la sensación de aislamiento por las condiciones de los caminos condicionan el aprendizaje de los niños.
El calor del Chaco salteños es tan abrazador y sofocante como su paisaje. Un bosque ralo de quebrachos blanco y colorado, tipas, algarrobos, palo santos y amarillos conjuga en sus arenales con liebres, yacarés, chanchos del monte, zorros y una amplia diversidad de aves.
Circular por algunas de sus sendas es recorrer el estado salvaje de la naturaleza y contemplar sus sonidos y sus texturas.
En ese contexto conviven criollos y aborígenes con sus animales de cría, ya que muy poco se cultiva.
El río Bermejo divide la banda Sur de la Norte en Rivadavia, y El Tribuno recorrió la primera visitando algunas escuelas de puestos y parajes a los que solo se podía acceder en una camioneta con doble tracción.
Realidades complejas, contextos inhóspitos y una naturaleza implacable condicionan de una manera significativa la tarea de los que enseñan y también la de los que aprenden.
En general, las escuelas del departamento Rivadavia presentan buenas condiciones edilicias y recursos suficientes para afrontar el presente ciclo lectivo.
Es la misma naturaleza del Chaco salteño la que golpea duro contra las instituciones educativas.
Al no existir una institución terciaria, formadora de docentes, en el departamento la mayoría de los maestros son foráneos.
Un ejemplo es el caso de las maestras que trabajan con aborígenes y nunca escucharon los dialectos. Si por casualidad falta el docente bilinge, la tarea de enseñar se vuelve imposible.
La ruta
La ruta provincial 13 es la que divide en dos a Rivadavia Banda Sur. Esa traza recta de ripio lajoso es la única vía de comunicación que medianamente se mantiene transitable durante todo el año.
A un metro de la banquina la situación se vuelve problemática y plagada de incertidumbres.
Los caminos vecinales guardan trampas inesperadas para aquellos que se animan a transitar por las huellas cuando llueve o cuando lo más seco del invierno forma colchones de arenas de unos 70 centímetros de profundidad.
Ahora bien, si tenemos en cuenta que la mayor cantidad de instituciones educativas se encuentran fuera de la ruta provincial 13 el problema es más grande.
A las escuelas no solo tienen que llegar los niños, sino también los docentes, los agentes sanitarios, los alimentos para los comedores y de vez en cuando algún supervisor.
Hay algunas instituciones que piden a gritos por un albergue, ya que algunos niños caminan hasta seis horas para llegar a la escuela y otras seis para volver a casa, como es el caso de unos trillizos criollos que recorren ese tiempo por los peligrosos senderos del Chaco salteño para llegar hasta el paraje de El Cocal.
A esto hay que sumar que muy pocas poblaciones cuentan con agua potable pues acceden al líquido que se junta en los madrejones o de los tanques de PVC que se llenan con las lluvias del verano.
Así, en invierno hay sequía y en verano muchas escuelas que están cerca del río Bermejo tienen que ser evacuadas por su cauce que se vuelve indomable.
Las instituciones entonces adoptan un calendario regional por el cual se dictan clases hasta los sábados para que a fin de año se termine el ciclo lectivo antes de las lluvias más fuertes y de los calores más agobiantes.
Además de todo este contexto, los docentes no quieren trabajar en la zona porque económicamente no resulta redituable.
En muchas de las instituciones no se paga el salario doble por zona desfavorable y eso condiciona la llegada de las maestras o maestros que estarían dispuestos a ir si el salario fuera mejor.
Quizá por eso desde el Ministerio de Educación declararon el cuadro abierto para aquellos docentes que quieran ir a hacer Patria en el rincón más salvaje de nuestra provincia.
Fuente: El Tribuno
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